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Reflexión del día: Huellas en la arena

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Una noche un hombre tuvo un sueño. En él «caminaba por la playa, mientras en el cielo se iban reflejando, una a una, escenas de su vida. Ante cada escena se marcaban en la arena dos pares de huellas, las suyas y las de Dios. Cuando pasó ante él la última escena de su sueño, se dio la vuelta para mirar las huellas en la arena. Vio extrañado y, también, algo enfadado, que en muchas ocasiones, en los peores momentos de su vida, sólo había un par de pisadas».

En ese instante se despertó sobresaltado. Recordó el sueño con total claridad. Claro… ya sabía lo que pasaba. Se dio cuenta de lo que había sucedido en las etapas más tristes y oscuras de su vida. Aquel pensamiento le confundió mucho, e inquirió a Dios: «Dios, dijiste una vez que cuando decidiera seguirte, caminarías conmigo hasta el final. Pero ya he visto que, en los momentos más difíciles de mi vida, cuando más te necesitaba, sólo estaban mis huellas en la arena. No entiendo por qué me abandonabas».

Hubo un momento de silencio y cuando el hombre ya no esperaba ninguna respuesta, escuchó una voz, la voz de Dios, que le decía: «Hijo, yo te amo. Nunca te abandonaría. En esos momentos de sufrimiento, cuando peor lo estabas pasando, no eran tus huellas las que aparecían sobre la arena. Eran las mías mientras yo te llevaba en brazos».


Recuerda, ¡un paso a la vez!


Es inevitable evadir los problemas o hacer caso omiso a las heridas que tiene nuestro corazón, por eso hoy te invitamos a detenerte un momento, piensa que hoy es un buen momento para respirar profundo e interiorizar “Hijo, yo te amo. Nunca te abandonaría”, pues justamente esta reflexión nos enseña que incluso en los momentos más difíciles de nuestra vida siempre habrá un paso a la vez y uno de ellos está cada vez más cerca a la meta.

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